El Kouros y la Koré son los dos tipos escultóricos más importantes de la Grecia clásica: uno representará al hombre atleta griego y la otra a la mujer.
Con ellos, la estatuaria griega empieza a diferenciarse de la egipcia e inicia la elaboración de unos modelos estéticos propios: a principio de la época arcaica, cada uno de los cuatro lados del bloque de mármol se esculpía por separado sin tener en cuenta los restantes, es decir la figura presentaba cuatro aspectos diferentes según se contemplase de frente, por detrás o por los lados. Con el tiempo la escultura adquiriría unidad plástica y una representación realista y personal de la anatomía humana, mejorando la perspectiva y la naturalidad en los cuerpos. Los hombres empezaron a marcar músculos, las formas femeninas se insinuaban debajo de los vestidos, los rostros sonreían con intención…
Podemos destacar la Koré del Peplo con una actitud hierática y una concepción frontal: pies firmemente apoyados en el suelo, ojos almendrados, pómulos salientes, sonrisa forzada y largas melenas de formas geométricas. El grosor del paño de su peplo, con la caída de sus pliegues en vertical, y los detalles del escote y del talle son un alarde de plasticidad, visible también en el modelado de sus facciones. Conserva restos de policromía en los cabellos, ojos, boca y bordados de la túnica.
Con ellos, la estatuaria griega empieza a diferenciarse de la egipcia e inicia la elaboración de unos modelos estéticos propios: a principio de la época arcaica, cada uno de los cuatro lados del bloque de mármol se esculpía por separado sin tener en cuenta los restantes, es decir la figura presentaba cuatro aspectos diferentes según se contemplase de frente, por detrás o por los lados. Con el tiempo la escultura adquiriría unidad plástica y una representación realista y personal de la anatomía humana, mejorando la perspectiva y la naturalidad en los cuerpos. Los hombres empezaron a marcar músculos, las formas femeninas se insinuaban debajo de los vestidos, los rostros sonreían con intención…
Podemos destacar la Koré del Peplo con una actitud hierática y una concepción frontal: pies firmemente apoyados en el suelo, ojos almendrados, pómulos salientes, sonrisa forzada y largas melenas de formas geométricas. El grosor del paño de su peplo, con la caída de sus pliegues en vertical, y los detalles del escote y del talle son un alarde de plasticidad, visible también en el modelado de sus facciones. Conserva restos de policromía en los cabellos, ojos, boca y bordados de la túnica.
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