Magdalena Penitente de Pedro de Mena es una obra realizada en madera de cedro (material reservado para las obras excelentes) tratándose de una escultura finamente tallada.
Consigue comunicar el fervor religioso mediante gestos muy meditados: la mano derecha de finos dedos reposa sobre el pecho; la mano izquierda sostiene con fuerza el crucifijo, símbolo de la redención; el cuerpo ligeramente inclinado hacia delante ayuda a centrar la atención en la mirada que dirige la mujer a la cruz en busca de auxilio; en el rostro es donde cuida más los detalles: los labios resecos, la boca entreabierta, los ojos enrojecidos, las mejillas rígidas del llanto y la frente arrugada muestran el arrepentimiento de la joven Magdalena; cualquier indicio de sensualidad queda oculto bajo la túnica de palma, que esconde las formas femeninas hasta el punto de que ni siquiera de insinúan; el sobrio uso de colores más bien oscuros (ocres y marrones rojizos) llamados tierras de Sevilla, realzan la espiritualidad de la obra.
Consigue comunicar el fervor religioso mediante gestos muy meditados: la mano derecha de finos dedos reposa sobre el pecho; la mano izquierda sostiene con fuerza el crucifijo, símbolo de la redención; el cuerpo ligeramente inclinado hacia delante ayuda a centrar la atención en la mirada que dirige la mujer a la cruz en busca de auxilio; en el rostro es donde cuida más los detalles: los labios resecos, la boca entreabierta, los ojos enrojecidos, las mejillas rígidas del llanto y la frente arrugada muestran el arrepentimiento de la joven Magdalena; cualquier indicio de sensualidad queda oculto bajo la túnica de palma, que esconde las formas femeninas hasta el punto de que ni siquiera de insinúan; el sobrio uso de colores más bien oscuros (ocres y marrones rojizos) llamados tierras de Sevilla, realzan la espiritualidad de la obra.
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