Una de las representaciones escultóricas que más ha dado que hablar en el arte del Renacimiento es “la Piedad del Vaticano” cuyo autor fue el gran maestro del s. XVI Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564).
La Virgen se encuentra sentada y erguida y sostiene a Cristo yacente en su regazo, sin salirse casi nada del contorno dibujado por María (unión entre la madre y el hijo). La Virgen tiene una mirada baja y la evita hacia el observador – acoge con una mano a su hijo y con la otra nos invita a la adoración. Tiene una composición triangular donde el vestido hace de base de pirámide. El desnudo y estilizado cuerpo del hijo se contrapone con el ropaje de profundos pliegues de la Virgen. La pesadez de la Virgen fuertemente apegada a la tierra con la liviandad del redentor que toca el suelo con el pie derecho. Se produce una perfección anatómica y de los rostros.
Es la única estatua firmada por Miguel Ángel, quien se sintió tan profundamente orgulloso de su trabajo que cinceló una inscripción en la cinta del pecho de la Virgen que decía “Michael Angelus Bonarotus florentin faciebat”.
La Virgen se encuentra sentada y erguida y sostiene a Cristo yacente en su regazo, sin salirse casi nada del contorno dibujado por María (unión entre la madre y el hijo). La Virgen tiene una mirada baja y la evita hacia el observador – acoge con una mano a su hijo y con la otra nos invita a la adoración. Tiene una composición triangular donde el vestido hace de base de pirámide. El desnudo y estilizado cuerpo del hijo se contrapone con el ropaje de profundos pliegues de la Virgen. La pesadez de la Virgen fuertemente apegada a la tierra con la liviandad del redentor que toca el suelo con el pie derecho. Se produce una perfección anatómica y de los rostros.
Es la única estatua firmada por Miguel Ángel, quien se sintió tan profundamente orgulloso de su trabajo que cinceló una inscripción en la cinta del pecho de la Virgen que decía “Michael Angelus Bonarotus florentin faciebat”.
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