La raya verde de Matisse de 1905 pertenece a la corriente pictórica del Fauvismo donde el pintor representa sensaciones o vivencias a través del vigor cromático y da vida y luz propia al cuadro por medio de los contrastes. La elección de los colores es arbitraria, pues no coinciden con la realidad.
Aparece la esposa de Matisse de medio busto para arriba y con el rostro levemente ladeado. A pesar de la intensidad cromática, la obra transmite calma. El artista ha simplificado las formas de su mujer reduciéndolas a lo que es meramente esencial, sin dejar nada gratuito. La raya verde no está situada de forma arbitraria: muestra, en el rostro femenino, la separación entre el espacio iluminado y el sombreado. En lugar de pintar de forma convencional un lado oscuro y el otro iluminado, Matisse traduce la luz a colores, de manera que el lado de tonos fríos simula la parte en sombras y el lado de los colores cálidos, la iluminada.
La intención del pintor al pintar este cuadro no era reflejar el rostro de su mujer, sino reproducirlo tal y como él lo veía; es decir plasmar su propia vivencia interior.
En sus pinturas, redescubría la realidad. Cuando una señora le dijo en una exposición, refiriéndose a la figura femenina: “estoy convencida de que el brazo de la mujer es demasiado largo”, Matisse contestó: “Se equivoca señora, esto no es una mujer, es un cuadro”.
Aparece la esposa de Matisse de medio busto para arriba y con el rostro levemente ladeado. A pesar de la intensidad cromática, la obra transmite calma. El artista ha simplificado las formas de su mujer reduciéndolas a lo que es meramente esencial, sin dejar nada gratuito. La raya verde no está situada de forma arbitraria: muestra, en el rostro femenino, la separación entre el espacio iluminado y el sombreado. En lugar de pintar de forma convencional un lado oscuro y el otro iluminado, Matisse traduce la luz a colores, de manera que el lado de tonos fríos simula la parte en sombras y el lado de los colores cálidos, la iluminada.
La intención del pintor al pintar este cuadro no era reflejar el rostro de su mujer, sino reproducirlo tal y como él lo veía; es decir plasmar su propia vivencia interior.
En sus pinturas, redescubría la realidad. Cuando una señora le dijo en una exposición, refiriéndose a la figura femenina: “estoy convencida de que el brazo de la mujer es demasiado largo”, Matisse contestó: “Se equivoca señora, esto no es una mujer, es un cuadro”.
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